Braimstorming o tormenta de ideas, es la técnica para generación de ideas más conocida de todas las que existen y en la que se sostienen el resto de las técnicas de creatividad.

La tormenta de ideas fue ideada en 1938 por Alex Faickney y publicada más tarde en 1963 en el libro “Applied imagination” y consiste, básicamente, en generar ideas originales y relevantes en grupo en un ambiente relajado.

Para llevar a cabo esta técnica no se necesita gran cantidad de material, basta con una pequeña sala, una silla para cada miembro del grupo, una pizarra para apuntar las ideas, una grabadora y un reloj.
A los participantes en la tormenta de ideas, se les llamará facilitador o coordinador al que dinamiza el proceso, secretario al que apunta las ideas y miembros del grupo.

El grupo nunca deberá tener menos de 3 personas y no durará más de 90 minutos, además de realizarse de manera sistemática, más de una vez al mes.

Las etapas del proceso son 4, en primer lugar el calentamiento. En esta etapa se pretende ejercitar al grupo para que más tarde pueda funcionar mejor. Por ejemplo, se propone al grupo que digan objetos con un coste inferior a 30 euros.

La segunda fase es la de generación de ideas en las que se establecerá un número determinado de ideas al que se querrá llegar. Además, se marcará el tiempo durante el que se va a trabajar. En esta fase existen siete reglas fundamentales que no debemos olvidar.

1. Cualquier crítica queda prohibida. Todas y cada uno de las ideas son bienvenidas. No existen ideas malas, habrá suficiente tiempo para juzgar las ideas después.

2. Fomente las ideas «locas». Las ideas diferentes son las que normalmente crean innovación real.

3. Construya en base a las ideas de los demás. Piensa en términos de «y» en vez de «pero». Si no le gusta la idea de otro, propóngase un desafío personal y construya sobre esa idea para hacerla mejor.

4. Focalícese en el problema. Obtendremos mejores resultados si todos son disciplinados.

5. Sea visual. Tenemos que intentar vincular el lado creativo y el lado lógico de su cerebro.

6. Una conversación a la vez. Permita que las ideas sean escuchadas por todos.

7. Construya muchas alternativas. Establezca un gran número meta de ideas y sobrepáselo. Hay que recordar que no tiene ningún sentido desarrollar grandes argumentos para sus ideas,  dado que nadie estará juzgándolas.

La tercera fase es la del trabajo con las ideas. Las ideas existentes son siempre mejorables mediante la aplicación de una lista de control. Además, se pueden agregar otras ideas.

La cuarta y última fase, la de evaluación, consiste en que, tras la generación de ideas, el grupo establecerá criterios con los cuales va a evaluar las ideas, como por ejemplo, la rentabilidad de la idea, el grado de factibilidad o el grado de extensión de la idea.